La vida de Montemayor de Pililla ha estado marcada durante más de dos décadas por la presencia entrañable y alegre de Pascual del Olmo Gómez. Conocido cariñosamente como el «ángel de la guarda» del pueblo, Pascual se convirtió en un rostro familiar y querido, recorriendo nuestras calles a diario con su inseparable bicicleta.
Pascual instaló un equipo de música en su bicicleta y, mañana y tarde, se dedicaba a compartir alegría con sus vecinos, poniendo «sus canciones preferidas» a todo volumen. Un gesto sencillo que lograba arrancar sonrisas a grandes y pequeños.
El alcalde, Noel Serna, destaca cómo Pascual dedicó su vida a «alegrar la de los demás con sus canciones y su buen hacer». Su generosidad iba más allá de la música; visitaba a los usuarios de la residencia de mayores, les llevaba el programa de fiestas e incluso ofrecía su ayuda a quienes atravesaban dificultades económicas.
Pascual, que llegó a Montemayor procedente de Barcelona ya jubilado, demostró un profundo apego al medio rural y a la calidad de vida de nuestro pueblo. Su legado de cariño y altruismo ha dejado una huella imborrable. Tras su reciente fallecimiento a los 97 años, los niños del municipio han querido rendirle un emotivo homenaje, dejando dibujos y dedicatorias en la puerta de su casa, mensajes de cariño y agradecimiento por sus «piruletas y por su amor».
El municipio despidió a su vecino más querido con la misma alegría que él repartía, con jotas, pasodobles y una limonada, tal como él hubiera deseado. La memoria de Pascual del Olmo Gómez, nuestro «ángel de la guarda», vivirá siempre en el corazón de nuestros vecinos y en la música que resonó en cada rincón de nuestro pueblo.